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Luis Alberto Cayo: Dos décadas trabajando en la conservación de la vida silvestre

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Luis Alberto Cayo: Dos décadas trabajando en la conservación de la vida silvestre

Luis Alberto Cayo Cervantes de 39 años de edad, quien es actualmente el director de la Unidad de Acopio y Salud Animal Municipal de Tlajomulco (UNASAM), lleva 20 años de interacción con el manejo y rescate de fauna silvestre principalmente en zonas urbanas, luego de que en el año 2005 se convirtió en voluntario en el Centro para la Conservación e Investigación de la Vida Silvestre de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), en Jalisco.

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Es Biólogo egresado del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias de la Universidad de Guadalajara (CUCBA), ha trabajado como investigador en campo, sin embargo, señaló que «el área que más me gustó siempre fue el área de la zona urbana».

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En marzo del 2017 presentó el proyecto para la creación de la Unidad de Rescate de Fauna Silvestre de Tlajomulco, derivado de la muerte de un jaguar en Tlajomulco, que causó gran indignación de la opinión pública por el inadecuado manejo de este conflicto fauna-humano, luego de que el felino ingresó a un área urbana y cazó a una mascota. Cuando arribaron los policías municipales, al no contar con capacitación para el manejo de estos ejemplares, por el estrés y su natural instinto de proteger su vida, el animal atacó a los oficiales y tuvo que ser neutralizarlo.

Luis Alberto Cayo mencionó que en la URFST cerca del 80 por ciento de los ejemplares rescatados, entre mamíferos, aves y reptiles, han sido reintegrados a su hábitat, mientras que el resto ha tenido que permanecer en cautiverio, debido a su condición física o de salud, o bien porque han sido mascotas o pertenecen a una especie que no es endémica del país.

«Diario tenemos rescates satisfactorios, desde rescatar serpientes dentro de una lavadora o el motor de un automóvil, hasta tigres o pumas deambulando en zonas urbanas, rescatarlos con vida y sin lesiones, es satisfactorio para nosotros. También cuando son ejemplares de alguna especie en peligro de extinción, el poderla regresar nuevamente al sitio que corresponde o que vaya a un proyecto de conservación, aquí lo que importa es que el animal siga con vida, eso es muy satisfactorio».

Su gusto por los animales nació porque en su casa siempre tuvo contacto con ejemplares silvestres «a mi papá le gustaban muchos animales, en la casa siempre hubo iguanas, hubo peces y otras especies». Cayo externó que su familia está orgullosa de su trabajo y apoyan sus proyectos, aunque no siempre fue así: «al principio me decían que estaba loco, que porque me gustaba agarrar las serpientes y tener varios animales (…) muchos de los cuales llegaron de manera ilegal, pues era normal el poder ir a un tianguis y adquirirlos. Pero sin esa infancia con animales, pues no estaría ahora trabajando en la conservación».

Desde su época como estudiante de secundaria se sintió atraído por las ciencias naturales, puesto que las matemáticas no eran lo suyo. Ya en la prepa reafirmó que su orientación estaba enfocada más en las ciencias biológicas. Su primera inquietud como estudiante de la licenciatura en biología era la de convertirse en herpetólogo, por la importancia que tiene este grupo que incluso es poco estudiado. Sin embargo, al no lograr ingresar en este gremio por el celo profesional, comenzó a enfocarse en la ornitología, es decir, con quienes se dedicaban a estudiar las aves.

Relata Luis Alberto Cayo que en una ocasión en la universidad vio que una persona tenía un ave en el puño «entonces ahí empecé a ver el tema de la cetrería, que es el arte de entrenar halcones para la cacería (…) me gustan los halcones, el halcón peregrino es mi ave favorita».

Añadió que «si hacemos un top cinco de mis especies favoritas, empezaríamos por los halcones, después los búhos, serpientes, cocodrilos y felinos».

Aprendió las técnicas milenarias de la cetrería, con la intención de ayudar a las aves que están en recuperación de lesiones, para poderlas integrar a la vida libre «mi principal pasatiempo es volar las aves, por eso cuando me toca, no lo veo como trabajo sino como una diversión».

El también coleccionista de piedras y troncos raros, mencionó que «también me encanta la pesca, tanto en kayak como pesca de orilla, nos juntamos con los amigos, nos divertimos y esto ayuda a despejar la mente del trabajo».

Cayo señaló que parte de su labor es promover la educación ambiental para el cuidado y protección de la biodiversidad, principalmente en los niños y adolescentes; no es necesario ser biólogo, veterinario o agrónomo para procurar salvaguardar la naturaleza, sino que desde cualquier profesión se pueden implementar estrategias para cuidado de la biodiversidad «si un arquitecto diseña un proyecto que sea amigable con el medio ambiente y con las especies, además de dejar huella, ya tenemos un punto a favor en la conservación de estas».

Para finalizar, Luis Alberto Cayo señaló que todas las especies están relacionadas y pertenecen a la misma cadena dentro del ecosistema, desde las especies más icónicas e imponentes, como los grandes felinos, las aves rapaces como las águilas reales, hasta las que se consideran más insignificantes, como por ejemplo un zancudo, un chapulín, o una cucaracha, forman parte de esta cadena «sin el chapulín no hubiera un ave, sin el ave no hubiera dispersión de semillas. Las personas odian a las cucarachas, pero es un insecto que es fuente de alimento de algunas especies como aves, mamíferos pequeños y reptiles».

Fuente: Gobierno de Tlajomulco de Zúñiga

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